lunes, 11 de julio de 2016

Whatever you do.


Cuando yo no era yo sino otra, podía haber jurado que no estaba en el lugar indicado ni con las personas destinadas para mi en ese momento. Creía, que con el paso de los días alguno de mis personajes iba sobrando en el relato de mi historia, si no era yo misma la que a menudo estaba estorbando en la construcción de lo que en ese entonces quería que fuera mi vida, mis amigos, mi estudio o mi trabajo.

He sido muchas a través de los años, de niña, de adolescente, de adulta. He descubierto que estar en los lugares que creía equivocados y con las personas que no deseaba era lo correcto para mí. Que en ese momento era así como debía compartir lo que era, aquello que iba dejando de ser. Que todo seguía un sentido y que se hiló de la manera en que tuvo que resultar, para aquella, la que había estado construyendo para otro momento soñado, pero que era la indicada para el real.

La impostora y la esencia que he cuidado, mantienen intacto el recuerdo de cada momento que viví, atesoran cada una de las imágenes que cuidé, para nunca borrarlas. Recuerdan con nostalgia las otras impostoras que fueron, las critican y las aman.

Hoy, menos o más impostora, descanso bajo los recuerdos que he formado, pensando en que todo valió la pena. Lo supe con firmeza cuando escuché en el vídeo "The lovers" de la muralla china: In the end you are really alone,whatever you do.

Sin duda, al final, solo seré yo.