jueves, 1 de noviembre de 2018

Diario

No supe a qué hora amaneció, pero ayer estaba completamente despejado como a las 5:45, lo que probablemente se repitió hoy, cuando me desperté a las 8:50. Me había despertado a las 4, a las 6:30 y a las 7, pero decidí que hasta no dejar esa sensación pegajosa de los ojos no abandonaría la cama. Entre las cobijas me puse a pensar que llevo un mes y unos días experimentando con mi cuerpo, que iba a hacer un diario para registrar los cambios pero que estuve tan ocupada y cansada que se me olvidó, como casi todo últimamente. Entonces al ducharme volví a decirme que debía estar más pendiente y hacer un semi diario de lo que pasa en un día, un jueves 1 de noviembre, día que no me recuerda nada en especial pero que me anima porque se acerca diciembre y ese mes me gusta, pero lo que más me gusta es no tener que trabajar, porque pues se me acaba el contrato. (Al fin).

Me desperté, alisté las cosas, fui por el carro y me fui al cajero. Unas niñas se pusieron a jugar en uno de los cajeros y la fila se demoró de más, lo que me causaba impaciencia porque dejé el carro en un prohibido parquear con la excusa de que no hay dónde más y no quería ponerlo en un parqueadero por poco rato. Miré la billetera y no tenía sino 300 pesos, entonces me dio más pereza y decidí dejarlo ahí a la vuelta del cajero donde estaba la señal de prohibición. Me impacienté y me imaginé regañarlas, fui muy feliz pensando que puedo regañar a todo el mundo: "oigan niñas, dejen de jugar con el cajero y vayan a estudiar, vagas" o "vengan les ayudo con ese cajero, bobazas" o "por qué tanta hijueputa demora". No hice nada, guardé la compostura y me di cuenta que no soy decente, solo me acoplo a los requerimientos sociales. Me quedo mirando desde la puerta y me digo que a lo mejor no sean tan niñas y que tal vez me saquen un cuchillo por andar de pendeja diciendo cosas, así se forma el respeto también, concluyo. 

Saqué la plata, no se llevaron el carro, fui a trabajar. La profesora D me llevaba un labial y unos polvos que compré impulsivamente y que sé que no voy a tener que usar hasta que haya la ocasión que me obligue. Hablaron de cosas con una gente y simulé estar en la conversación con las palabras que uso siempre "¿en serio?" "¡ay no!" "qué tal eso"... Me tomaron una foto con los demás profes y no supe para qué era; notaron que me amaneció un ojo rojo y ya se me había olvidado que lo había visto en el espejo cuando salí de la ducha y supuse que me había vuelto la alergia. Alcancé a pensar que la foto va a quedar como si estuviera llorando o quién sabe qué, pero no me importó, igual quedo mal en muchas fotos. 

Nafer - Nager son dos niños que no sé por qué sus papás llamaron así y nunca sé cuál es cuál. Así que Nafer Nager vino llorando a pedirme ayuda porque llevó un gatico al colegio para que el otro Nafer Nager lo adoptara pero que al final le quedó mal. Apenas alcé al gato se me durmió entre las tetas que no tengo, lo que me pareció lindo y casi me hace llorar porque me acordé de los 4 gatos que tengo en mi vida y que he cuidado por años. Extrañé a mis gatos que están lejos. Una señora que no supe quién era dijo que se lo llevaba y convencí a Nafer Nager de dárselo. El otro Nafer Nager no pareció dolido, lo que me dio piedra porque sí. 

Un niño de transición estaba en el suelo amarrándose los zapatos. La profesora M hizo un comentario delante de D, N y de mi que era algo como que el chino era un pendejo porque llevaba todo el descanso ahí sentado. N le dijo que no fuera mala, que el niño debía estar mal. D dijo que qué pecao. Yo pregunté qué había pasado: la mamá fue atropellada la semana pasada y se murió. Se me aguaron los ojos de nuevo, porque lo vi tan solito y tan pequeño como el gatico que se llevó la señora para su casa; quise adoptar al pelao, pensé que el sueldo me alcanzaba para un chino chiquito, luego me acordé que tal vez no era buena idea estar pensando en adoptar todo. Me arrodillé y le amarré los zapatos, aguantándome las lágrimas. El niño me agradeció y salió corriendo. Es todo bonito el niño, les dije a M D N; ellas se sonrieron porque hice algo que a todas les daba pereza. Trabajé un rato. Muchos niños hablaron, yo pensaba en el gato y en el chinito de transición.

Llegué a mi casa, me llamaron para una entrevista, me dan pereza las entrevistas y volver a pensar que debo ser decente. Le conté a varias personas. Me dio migraña. Me dormí un rato y soñé que resolvía cosas del trabajo. No he querido comer, me duele todo, aunque no me duelen las ganas de querer ir de paseo pronto. Leí los textos de la universidad, escribí un poema y lo envié por mail al profesor. Pensé que qué guevonada escribir poemas para un profesor y no para un amorcito, así fuera mi amorcito el gato blanco primogénito mío, que seguro si lo tuviera se lo leería y diría brrr o miau miau cuando me escuchara.

Hablé con otra gente, ya no sé de qué, seguro de eso y de lo otro. Me siento sola, pero sigo en mi experimento. Pienso que no es un experimento si no llevo un diario de campo, que me falta juicio, escribo este post y mientras tanto me digo "después de eso me pongo a alistar la entrega de doña M", reviso que hay muchas emes por ahí y qué pereza que yo también sea una M más. También pensé en P, porque él no piensa en mí y yo a veces me distraigo imaginando su vida. Pensé en J, en A, en F, en otra M, en S, en varios. ¿Cómo serán sus vidas?