lunes, 24 de diciembre de 2012

Navidad y regalos

Recuerdo que las navidades cuando eran pequeña empezaban los últimos días de noviembre, cuando por la televisión pasaban las propagandas de los juguetes que debían ir en la lista a Papá Noel. Me sentaba a ver todo un día los comerciales para saber cómo se escribía el nombre de la muñeca que comía papas de mcdonald's, cómo se deletreaba Fisher price y si la barbie que quería era la veterinaria, la que venía con Kelly, o sí prefería el Ken de la playa. Luego de tener la lista se la mostraba a mi mamá para que la revisara, pues no queríamos que Papá Noel pensara que tenía mala ortografía o que estaba pidiendo mucho, porque "qué pena con él" decía mi mamá. 

El árbol iba llenándose de regalos a medida que pasaban los días de diciembre. El año en que mis papás se dieron cuenta que espiaba los regalos antes del 24, tomaron la decisión de esconderlos hasta llegado el 24 mientras disfrutaban mi cara de angustia al pensar que Papá Noel se había olvidado de mi, o que la carta se había perdido en el camino al Polo Norte. 

Hubo unas cuantas navidades en que luego del 24 caía en cuenta que quería otros regalos, o simplemente los zapatos que me habían comprado no me quedaban bien. Cualquier excusa me servía para hacer otra carta y recibir el 31 más regalos. Recuerdo sobre todo una navidad en que mis papás se habían separado y en ambas fechas el árbol estuvo a reventar para mi. Sabía que los del 31 eran de mi papá porque estaba la Barbie princesa que quería, y en otra bolsa venía un perfume de barbie, champú, medias y almendras. Mi papá siempre, desde que era pequeña hacía la misma advertencia "tiene que aprender a usar el perfume porque se pone a desperdiciarlo echándose por todo lado y se le acaba en menos de nada. Le tiene que durar todo el año". 

Cuando era momento de compartir la cena con la familia y la fiesta mi papá nunca estuvo. Siempre encontraba una excusa para tener que trabajar o viajar. Siempre he creído que odia las fiestas y que así no hubiera tenido que salir, no habría estado. Pasábamos entonces la noche con mi mamá, mis hermanos, los tíos y los primos. Hacíamos ajiaco, pavo, sancocho, natilla, buñuelos; variando cada año. Nunca fuimos seguidores de las novenas, pero sí de comprar pólvora y quemar esponjillas con un lazo amarrado que nos dejaba hecho mi papá. Al otro día todo volvía a la normalidad y esperábamos el 31 para acabar con lo que quedaba.

Hoy  fui a ver a mi papá y a desearle la feliz navidad. Hacía 4 años que dejé de tener comunicación con él, y sentía que las navidades eran igual a lo acostumbrado, porque de cualquier manera él no pasaba esas fechas con nosotros. Sin embargo, al llegar encontré que tenía el almuerzo preparado para los dos, una lata de duraznos, galletas y una bolsa de regalos que contenía un champú, una crema, un perfume y unas almendras. Luego de que la abriera dijo "El perfume le tiene que durar todo el año, no es que vaya a desperdiciarlo echándose por todo lado y que se le acabe en menos de nada".

Hay cosas que no se valoran hasta que se pierden, hay cosas que nunca deberían perderse. Pero sobre todo, el mejor regalo de navidad es poder volver a tener el contacto con mi papá.

Feliz navidad.

1 comentario:

  1. "Hay cosas que no se valoran hasta que se pierden, hay cosas que nunca deberían perderse."

    Si supieras cuánto me encajan esas palabras esta navidad. Muy lindo tu post, me puso sentimentaloide.

    ¡Feliz navidad, May!

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