Hace un tiempo escribí esto para Hoja Blanca http://www.hojablanca.net/nombresdepila/2013/03/20/sofia/
. Obviamente no se llama Sofía. Cambié el nombre porque me asusta que algún día
mis compañeros descubran que escribo y esas cosas. El caso es que después de
ese “relato” que bien decía la verdad, no han dejado de sucederle cosas a Sofía
que me parten el alma.
Ayer teníamos clase, y mientras calificaba su actividad,
noté que debajo de su sudadera no llevaba medias puestas. Le pregunté por qué
no tenía y empezó a darme rodeos, a decirme que no le gustaban, que se sentía
más fresca así, que “noo, que no le olían los pies a pecueca” como yo le había
dicho en forma de chiste. Al final me contó que esa mañana salió a comprar el
desayuno, y que cuando llegó se sirvió la leche y mientras la hermana la
apresuraba, se puso los zapatos así, sin las medias. Apenas terminó de contarme
eso la niña se agachó, y mientras intentaba recoger sus lápices, el pantalón
dejaba ver unos granitos en la cola como si fuera pañalitis.
No sería nada raro, si los hechos anteriores no se
mezclaran. Hace unos meses la profesora de su curso le encontró piojos, envió
nota a los papás y desde entonces pareciera que la hubiesen dejado de bañar a
propósito. Sus dientes están de muy mal aspecto y su olor es penetrante, sus
ropas siempre están en mal estado, y sus onces son en gran manera mediocres
para una niña de su edad. Sus cuadernos no son revisados nunca, y los papás
llevan más de 4 meses sin aparecerse por el colegio.
Aun lleva en su brazo derecho la quemadura que finge haberse
hecho con una plancha, que más parece un quemón provocado por un cuchillo
caliente. Al preguntarle a la hermana que está en sexto, no da razón de qué
pueda estar pasando en la casa, y al parecer es la que está al cuidado de la
niña en las tardes. Los compañeros del curso la han aislado luego de presenciar
que ha agarrado a Sofía del pelo para
entrarla a la casa o que le grita tratándola de perra, de puta, de estúpida en
la calle.
El caso está en comisaría. Quién sabe qué habrán hecho, o si
acaso hay alguien que esté preocupado por la situación de las dos niñas.
Nosotros comentamos lo que pasa, descubrimos día tras día que hay maltrato, que
viven una vida miserable, que Sofía no tiene papás, que Alejandra, la hermana
de 12 años, parece haber vivido más que cualquier mujer de 30.
Es difícil sobrellevar la impotencia, pero sobre todo, es
duro tener la certeza de que el futuro no les brilla.