Cuando empezó a escucharse un bolero de esos viejitos que no
sé cómo se llaman, estaba en el baño, escondiéndome de la pena que tenía al llegar a
una casa desconocida. Mientras me armaba de fuerzas para salir, abrí la puerta un
poco y noté que el lugar se había
tornado de un ambiente nuevo y nostálgico. La casa parecía haberse puesto más
azul, y evocaba una suavidad y calidez que no logré comprender. Cada una de las
canciones que sonaban traía consigo la magia de un pasado que no conocería
jamás, y al tiempo que calmaban mis nervios me llenaban de nuevas sensaciones
que no podía controlar.
Recuerdo que mientras sonaba en toda la casa ese bolero que
tanto le gusta a Pedro, la luz amarillenta estaba en toda la sala. El calor de
la noche no abrumaba, sino que abrazaba y daba tal confort, que por un instante me imaginé en otra época, viviendo otra vida que no era la mía y sintiendo
cosas que tal vez alguien, cualquier otra
persona, pudo sentir. Cerré los ojos y
me vi bailando la canción que sonaba, trastabillaba y mis manos temblaban. Me
vi bailando con él, aunque no supiéramos
cómo, y en mis sueños nos quedábamos así, muchas y varias veces, y en ese mismo momento,hice de sus manos un recuerdo que no se iría jamás.
Al abrir los ojos estaba ella ahí, nos miraba sonriente como
si evocara a la vez un pensamiento similar al que yo había estado teniendo. La
envidié en silencio, porque sabía que eso que estaba imaginando era lo que ella
sin duda había vivido una que otra tarde con Pedro; ese amor que se tenían, que
se veía en los ojos de cada uno, en la manera en que se trataban y se acompañaban,
me contagiaba, me hacía desearlo, me embargaba tanto que casi sentía que era yo la que estaba
allí. Me emocioné hasta lo más profundo
al escucharlos y verlos juntos. El cuadro tradicional me tocaba cada fibra de mi alma, mientras miraba a mi alrededor que ahí era donde realmente estaba.
Lo ultimo que pensé mientras todos hablábamos en la mesa —y la comida había dado el toque final al cuadro de calidez y de boleros, fue
que me encontraba por primera vez ‘pérdida entre sueños’. Desde entonces se
volvió parte de mis dichos, no porque “te busco” sea una canción que haya
sonado aquel día ni porque crea que deba buscar algo en realidad, sino porque
ahora tengo y persigo sueños nuevos.
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