Hace mucho tiempo en mi casa se guardaba una carpeta que llevaba los trabajos de arte que había hecho en preescolar y en primaria. No estoy segura de cuándo desapareció, pero recuerdo que llamó mi atención una de las imágenes en las que debía dibujarme a mi misma. Me reí un tiempo del dibujo que había hecho en una esquina de la hoja: una estrella gorda, a la cual le había puesto unos zapatos naranjas, un pantalón naranja, unos brazos chonchos naranja, una cabeza de la cuál salían 3 pelos de color naranja.
Años más tarde, en la primaria, después de hacer dibujos de estrellas chonchas para simular que era gente, alguna niña debió enseñarme a hacer esos dibujos que la gran mayoría de chicos en primaria hacen. Un círculo para la cabeza, unas D boca arriba para ojos, una ) para la boca y una U para nariz. Las piernas, con líneas paralelas y los brazos, igual. Se agregaban a veces unos dedos, que debían ser cinco y unos zapatos que ojalá llevaran tacón. Un pelo largo, que parecía una manta con un moño, para que no fueran a pensar que no era niña.
Durante muchos años quise verme como en mis dibujos. Eran feos, iguales a los de otros niños que me habían enseñado a hacerlo para no desentonar. Me gustaba pensar que tenía los ojos grandes como en mis dibujos y que mi pelo era negro y liso como lo podía pintar. La boca siempre iba de rojo y era una ) grande, a la que luego pude ponerle lengua y dientes perfectos. También aprendí a dibujarme ombligueras, jeans, tenis, aretes y a veces una mochila. Me gustaban además porque los otros niños me decían que quedaba igualita y entonces de verdad pensaba que mi cabeza era redonda y que los cordones salidos quedaban muy bien. No desentonar con estrellas chonchas me agradaba.
Ahora que soy profesora suelo pensar en esos dibujos. He visto en estos años muchos niños que dibujan muy parecido a como yo solía hacerlo, pero ahora las psicólogas analizan cada trazo y espacio y saben si un niño se siente solo, si quiere a su familia, si es o no inseguro o si es amado. Lo dicen todo. Seguramente, si hubieran visto esa carpeta supondrían lo que me ha costado construirme, porque hasta yo lo he pensado. Construirse es como dibujar, uno se hace lo que le enseñan otros y le agrega o le quita cosas para que no vaya a verse muy feo, pero que tampoco sea tan lindo porque seguro si es tan perfecto se aleja mucho de la realidad.
Me gustaría volver a ver esa carpeta y agregarle los dibujitos que a veces hago. Lo más probable es que hayan unas marcas que se me notan más que otras. Habré cambiado y me habré hecho incapaz de dibujarme con agrado. Se notará que el tiempo ha pasado y que lo construido nunca llegó a ser perfecto, ni siquiera para mi misma.
Quisiera volver a ver esos dibujos con la esperanza de tener aún algo de ellos.
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