La idea de tener uno nació en el 2009 luego de ver a mi mejor amiga con su gato Magnus, yo quería tener el mío y me regalaron un angora blanco de cumpleaños. Luego de descubrir, a sus seis meses de edad, que no era gata, lo llamamos Dito.
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Él es un gato de mediana estatura, estilizado, limpio y hermoso; tiene muy mal carácter y es engreído, por eso lo llamo "el príncipe" (la cursilería del amor). Recuerdo que el día que llegó cabía perfectamente en mi mano, yo lo acostaba en mi cama y lo metía debajo de las cobijas para que no sintiera frío. Todas las noches llegaba del trabajo y le servía su comida y esperaba hasta que él no quisiera más, nos poníamos a jugar y luego a dormir,fuimos muy unidos y aun le veo los ojos brillar cuando me mira: yo sé que mi gato me ama.. Él es un gato que ama jugar con los niños y con los perros, es un gato vanidoso, bien cuidado y sobreprotector.
Cuando Dito tenía un año conocí a Martín: un cruce de un angora con algún callejero, y es gris.
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Estaba en una veterinaria a sus tres meses esperando a ser adoptado, pero la gente no lo quería porque se veía muy juguetón y destrozaba los muebles donde lo tenían, pero yo me enamoré de su locura y lo traje a mi casa. A su llegada rompió todas las porcelanas de mi mamá, descompletó la vajilla, dañó los muebles y dominó a Dito. Cuando cumplió sus ocho meses empezó a salir de la casa y recorrer el barrio y Dito pronto le siguió los pasos. Cazó un par de pájaros que desmembró en la sala y, a veces, inspeccionaba las casas vecinas, por eso tuvimos que cerrar la terraza con malla y duplicar la ración de comida. Martín es todo lo contrario a "su hermano mayor", él es desordenado con la arena, mastica de manera tal que desparrama los granos de purina por los lados del hocico, su olor es fuerte, es gordo y más grande que Dito.
Al contrario de mi primer hijo Martín prácticamente fue criado por Dito, y entonces recibió el apodo de "el bebé" porque es en extremo consentido, no sólo por nosotros sino por el mismo Dito, es un gato amoroso, dócil, obediente, juguetón, destrozón, cochino, odia los perros, los niños y las visitas. Martín sin duda, dominó esta casa.
Este año, hacia comienzos de febrero resulté quedándome con Ramona, una gata que originalmente era un regalo para alguien más, pero que desafortunadamente no la pudo tener.
A ella la adoptamos en uno de esos centros donde recogen animales de la calle, su historia es que fue recogida en un parque abandonada por la mamá que posiblemente había muerto. Ramona debe tener unos 5 meses, y aun cuando le da sueño chupa las cobijas o cualquier cosa que encuentre como si fuera una teta conocida solamente por ella hasta quedar profundamente dormida. A veces tiene pesadillas y grita, además le tiene miedo a los truenos y a los perros. Fue difícil adaptarla con los otros dos gatos: Martín enfermó una semana y Dito la ignoraba totalmente, a mi familia no le gustaba la idea de tener tres gatos, estaba demasiado flaca, era muy llorona y no parecía adaptarse a la casa, ella creo que ha sido "la niña" que más ha sufrido en su cortica vida.
Ramona en un mes ha logrado conquistar no sólo a sus "dos hermanos mayores" sino a mi mamá y a mi hermano que dudaban tanto en aceptarla. Ella es una gatica destrozona, cochina, tierna, dulce, gritona, panzona y es "la pecosa" de la casa. Le dicen así porque parece una niña de 5 años pelirroja y pecosa (por las manchas) hiperactiva y mandona, porque ella manda a sus hermanos y logra persuadir a todos para que hagamos lo que ella desea.
Hoy quise contar esto porque presumo de mis "hijos" con orgullo, sin lugar a duda mis gatos me brindan a mi una felicidad y me llenan de una manera que nadie más puede. Cada uno es un carácter diferente, un mundo aparte y una historia singular.
A usted no tiene que gustarle mi historia cursi, ni mis gatos, ni los animales, yo eso lo respeto; pero no puedo evitar luego de encontrar este post http://www.adoptabogota.com/
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