viernes, 17 de enero de 2020

El abuso


He dudado sobre escribir o no este post en mi blog- diario- de- señora- que- no- crece, o si debería estar en Tumblr para que no se mueva tanto, o si en Medium para que más gente lo lea; pero cada día he encontrado una razón más para hacerlo desde aquí, finalmente es mi blog más antiguo y desde donde me siento más cómoda escribiendo anécdotas con esta voz adolescente.

Anoche A decía que debería existir una manera de trabajar en un voluntariado con las niñas de colegios para que se empoderaran desde pequeñas, para que aprendieran todo lo que pueden hacer con las matemáticas y descubrieran que pueden ser y hacer lo que ellas quieran. Amo esas ideas y ojalá pudiéramos hacerlo varias personas y llevar esa “evangelización del conocimiento” hasta el último rincón del planeta. Y en medio de eso, también pensé que esa era una buena razón para escribir el recuerdo del abuso que sufrí. Llego a eso –y lo aclaro desde antes– porque siento que de alguna manera al usar mi propia vida he logrado entrar y entender a muchas personas y, además, siento que aunque internet puede limitar el acceso a contextos donde tal vez necesitarían más mi relato, pues puede que de alguna manera alerte a la gente que lea o que escuche lo que a mi me pasó.

Todo este post inicia hace unos días, cuando dos de mis amigas me compartieron este link: https://www.instagram.com/p/B7KWqX6pBvJ/?utm_source=ig_web_copy_link y entonces todas discutimos al respecto y nos preguntamos por los recuerdos que tenemos sobre los abusos que hemos vivido. Mi recuerdo inicia en el apartamento de unas amigas, escondiéndome debajo de la cama, esperando que alguna de las dos hermanas llegue y me encuentre y se acabe el juego. Yo tenía menos de 5 años y mi percepción es que no entendía bien cómo se jugaba. Recuerdo el ataque de rinitis que tenía y terminar estornudando, pensando que había dañado el juego. Lo siguiente que vi mientras me limpiaba los mocos, fue al hermano mayor de ellas, metiéndose debajo de la cama, sin ropa, pidiéndome que me moviera hacia la pared.

No puedo recordar –supongo que de verdad no puedo– qué fue lo que pasó en ese momento. Sé que el man me vistió después, mientras yo trataba de taparme y mientras se me salían las lágrimas y los mocos. Recuerdo verlo de pie, frente a mí, amenazándome con con decirle a mis papás lo que yo había hecho, si llegaba a dar quejas. Todo el mundo sabía que mi papá era de muy mal genio y que todos le teníamos miedo, así que nunca pude decirle nada. Las chicas, las hermanas de Raúl ­–me parece curioso que recuerdo los nombres perfectamente– iban a mi casa a jugar, pero desde ese entonces empezaron a amenazarme con las imágenes de unos payasos de un libro. Me decían que si yo daba quejas o contaba “nuestro secreto” el payaso (aprovecharon el contexto de Pennywise) iba a venir a matarme en la ducha. Tuve miedo hasta muy grande para bañarme sola y aún le tengo terror a los payasos. Pasaron muchos años hasta que pude entender que había sido violada.

Es la primera vez que me atrevo a explicar todo esto con los detalles que puedo recordar. La sensación que siento está entre tristeza-rabia y una especie de esperanza, pensando que a lo mejor mi propia historia llegue a alertar a mamás, a papás y a otros niños y niñas. Mis papás, por ejemplo, nunca supieron esto. De hecho, es solo cuando leo en la historia de instagram “¿es que la mamá no la bañaba que no se daba cuenta?" fueron muchas las veces que fui a la pediatra por molestias, alergias y dolores en la zona íntima pero teniendo en cuenta que solo era una niña lo único que pensaban es que no me higienizaba bien.” que ato otros cabos y recuerdo otro episodio horrible.

Recuerdo haber estado en un consultorio médico con mi mamá. Me abrazaba y me miraba con los ojos aguados, mientras la doctora me hacía un frotis vaginal. Yo lloraba y le suplicaba a mi mamá que me sacara de ahí, que me dolía mucho. No sé si de verdad ese frotis duró la eternidad que me parece recordar, ni tampoco sé qué diagnóstico tuve ni qué pudo pasar después. Recordar es doloroso, pero además es difícil. A veces pienso que eso jamás pudo pasarme a mi porque no había razón para que viviera algo similar, que simplemente la penetración jamás ocurrió porque no la puedo recordar. Y la verdad, es que no lo sé.

Vivimos un par de años en ese apartamento y cada vez que iba a jugar al patio veía a Raúl, que me saludaba con beso en la boca. Raúl fue mi primer beso, un pelao de 14 años que abusó de mí cuando tenía 5. Nunca le dije a nadie todo esto, ni con tanto detalle. Mis papás no lo saben y de hecho, preferiría que ya no lo supieran. Quisiera viajar en el tiempo para salvarme, o poder reescribir la historia. Hoy me atrevo a contar esto esperando que menos personas –ojalá ninguna– repitiera esto. Quisiera que más personas hablaran con sus hijos y que no normalizaran nada. Como profe siempre intento intervenir y prevenir, como mujer solo puedo dejarles mi historia.



1 comentario:

  1. Quemalo al culero, si te hizo eso imaginate ahorita de quien esta abusando

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